La eficiencia es no solo clave, sino la única forma de acortar la brecha para poder ser sostenibles y hacer posible la transición energética
David Madrigal
Ingeniero en energía y desarrollo sustentable
Hace escasos días tuve la oportunidad de probarme por primera vez en un tipo de competencias distinto a lo que estoy habituado. Corrí el medio maratón de la Ciudad de México y no diferente a mi forma de ser, cuando se trata de competir apliqué el consejo que doy a amigos cuando me preguntan sobre competencias propias y procesos de vida: ¡Hay que arrancar fuerte!
Ese es mi consejo y no se trata de malinterpretar el mensaje, el medio maratón son poco más de 21 km (21.097 metros), el año tiene 12 meses, las carreras universitarias suman los semestres necesarios para durar hasta cinco años y la transición energética puede tomar varias décadas. Con arrancar fuerte, me refiero a generar inercia, sabiendo que el camino es largo, el reto es complicado y se inicia siempre estando cuesta arriba. Dar un pequeño paso en falso al inicio puede hacer que ese sea el único paso que se dé. No es tema de prisa, sino de solidez. No se trata de quemarnos las piernas en el kilómetro uno y estar pidiendo oxígeno en el 15, pero sí de traer ritmo.
Se escucha el disparo de salida
Inicia el año, acabamos de pasarnos las uvas y pareciera que uno de los deseos pedidos se cumplió en cuestión de un abrir y cerrar de ojos. El Código de Red (CR) (pieza fundamental para el desarrollo sustentable y la transición energética del país) se encuentra aprobado en su versión 2.0 por la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y solo se espera un periodo breve de revisión en otro órgano para continuar con su aplicación, ahora sí de forma cabal (al menos eso esperamos).
Si el sector privado estaba esperando un momento para tener certidumbre en el ámbito era este, que sigan la carrera, ya vamos a mitad de camino.
Viene la cuesta, perdemos ritmo
Arrancamos fuertes pero como dije al principio, esto no es un sprint, es un maratón, y lo difícil siempre espera más adelante, los retos mayores van apareciendo y muchas veces no estábamos preparados o no sabíamos qué tan grandes serían.
En este espacio he sido reiterativo en que la eficiencia es no solo clave, sino la única forma de acortar la brecha para poder ser verdaderamente sostenibles, pero aún no he ahondado en el cómo.
Para entender esto, es importante poner distancia, salirnos de la carrera un momento, detener el reloj, dejar de ver los meses y el año, ver hacia afuera y atender a donde estamos parados.
Para generar eficiencia, es fundamental una mezcla de varios factores. ¿Y cómo estamos respecto a ellos hoy?, para allá voy, tranquilos, les dije que era paso a pasito.
La eficiencia es una mezcla mágica que se da cuando se llega a un nuevo nivel de pensamiento; este saca de un sombrero un conejo de cabeza (la innovación) y para ello se requiere invertir en educación.
Crisis de ¾ de carrera
Ya sabemos dónde está la meta y también sabemos que iniciamos bien, tenemos el ritmo, pero como que las piernas simplemente “ya no dan”. La realidad es que para poder acceder a esa magia buscamos al fondo del sombrero y nos encontramos que se nos están acabando o simplemente no hay sorpresas.
Ya nos salimos, nos detuvimos y analizamos, las conclusiones que nos llevamos es que nos estamos quedando sin magos, en México y en Latinoamérica, el 57% de los alumnos que llegan al primer semestre de universidad eligen carreras con enfoque humanista y/o sin salidas laborales; tan solo, 16 de cada 100 alumnos ingresan a carreras de ingeniería o con enfoque tecnológico.
La relación es 3 a 1; un ejemplo es la UBA (Universidad de Buenos Aires) que tiene 3 mil estudiantes de filosofía y mil 140 de física o en la UNAM de México, los mil estudiantes de historia triplican a los de ciencias de la computación.
La recta final
Ya es de bajada y la gente te corea en reforma rumbo al Ángel de la Independencia.
Estamos aquí y no podemos parar, en verdad ya no se puede, lo más difícil ya pasó y aunque no lo creíamos llegamos hasta acá y por mero orgullo hay que acabar, sólo queda seguir adelante, hacer lo imposible y cerrar de la mejor forma, al final teníamos razón, arrancar fuerte ayudó y las decisiones que se tomaron en el camino nos ayudaron a llegar hasta acá.
Si queremos terminar el camino que iniciamos en 2012 con la Reforma Energética, si no queremos ser los últimos y por ende a los que les sea más costoso, necesitamos “seguir entrenando”, preparar más a nuestros corredores y dar mejores herramientas, solo así se puede sufrir menos en lo que venga, estando más preparados.
Si el sector público está dando sus pasos y abriendo el camino, es responsabilidad del sector privado seguirlo y continuar caminando. Este año es para consolidar el marco regulatorio y que se aplique, que se entienda la importancia de dar pequeños pasos cuando el destino está marcado. Todo listo, la ruta es clara, es el momento.